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EL NIÑO DE LA PELOTA LEYENDA URBANA

 En una calle remota del estado Aguascalientes de México, se cuenta la leyenda de “El niño de la pelota”. Cierto día en un edificio de ese estado, en un callejón, donde sus trabajadores solían salir a tardes horas, con la noche acompañándolos y con pocos faroles de luz que guiaran sus pasos, una linda joven después de una dura jornada de trabajo, se disponía a ir a su casa y se subió al ascensor, un hombre apresurado que se encontraba a algunos pasos de distancia le pidió que le esperara.

La joven al ver tan estresado al hombre presionó un botón y mantuvo las puertas del ascensor abiertas, empezaron una casual charla de las actividades realizadas en la oficina y de lo cansados que se encontraba, de pronto el ascensor en vez de ir a planta baja, subía, se encontraban muy extrañados, porque hace algunos años, no se podía subir a aquel piso, su jefe se los había prohibió estrictamente, estaba cerrado y no se le permitía a absolutamente nadie pasar por sus pasillos, ni a limpieza, ni a vigilantes. Había un misterio en ese lugar, pero nadie desafiaba a sus superiores.
De forma algo brusca el ascensor se quedó en el piso cuatro, sin que las puertas se movieran, hasta el hombre con sus brazos y la mayor fuerza que tuvo, no se pudo abrir, de modo que se quedaron esperando a que abriera, pero no ocurría nada, seguro era una falla de la máquina, sin embargo se produjo el sonido de el niño de la pelota, se escuchaba el repiqueteo y sus risitas de un lado a otro.
Para su alivio el ascensor los dejo en planta en baja y abrió sus puertas, dejándolos salir, algo sorprendidos por aquel niño de la pelota, porque le podía ocurrir algo malo en el piso prohibido, tal vez necesitara ayuda, le contaron todo al vigilante, para que se apresurase en busca del pobre.
El vigilante se mantuvo en calma, pues todas las personas que escuchaban al niño de la pelota, le contaban y le narro la triste historia del desafortunado. Resulta que siempre que se subía al cuarto piso se le escuchaba, porque hace algunos años el niño había ido a jugar al piso cuatro, un vigilante al oír tales sonidos fue a ver qué ocurría, él travieso se escondió detrás de unos muros y salió brincando, le jugó una broma, el guardia pensando que era un ladrón le disparó, de inmediato el niño cayó al suelo y lo empapó todo de sangre; aún mantenía muy cerca de él su pelota.
Desde ese día el niño se divierte rebotando su pelota de un lado a otro, se ríe ruidosamente y sus pasos no paran de sonar, a veces travieso juega bromas con el ascensor y los deja sin poder moverse en el piso cuatro, para ver las caras sorprendidas de sus visitantes y divertirse.
Se dice que si ves caer la pelota del niño a través del ascensor, tiene alrededor unas pequeñas y menudas marcas de sus manos quemadas aferrándose y él pronto, en cualquier momento puede ir a buscar a su juguete, tanto es el temor de saber que día, hora o semana se aproximara, que los observadores prefieren marcharse y más nunca volver.
Hoy en día todavía se trabaja en ese edificio, ha sido imposible eliminar el piso cuatro, toda persona que da un paso más allá del ascensor por curiosidad o morbosidad no se le vuelve a ver más nunca. Se cuenta que el niño de la pelota los hace jugar con él eternamente.


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