Nos encontramos ante un capítulo profundamente significativo de la historia de Guayaquil, un capítulo que nos habla de resiliencia y renacimiento, llenándonos de esperanza y orgullo por lo que está por venir. Para apreciar plenamente este momento, es esencial sumergirse en las raíces históricas del edificio patrimonial que hoy conocemos como colegio Ana Paredes de Alfaro.
El 24 de mayo de 1931, se abrieron las majestuosas puertas de este edificio, marcando el nacimiento de la Escuela Modelo Municipal. A lo largo de sus 93 años de existencia, esta institución se convirtió en un faro de educación y un testigo de los cambios a lo largo del tiempo. En sus pasillos resonaron los nombres de colegios emblemáticos: Ana Paredes de Alfaro, Amarilis Fuentes, José Andrés Mateus y César Borja Lavayen. Este último, el glorioso César Borja Lavayen, cuna de la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE), Tan solo a una cuadra de la Casona Universitaria, escenario fatídico de la masacre de nuestro Mayo 69 en plena dictadura velasquista en la cual se les quitó la vida a jóvenes bachilleres, estudiantes secundarios que silenció voces del Cesar Borja Lavayen, Huancavilca, Escuela de Bellas Artes por nombrar los más sonados que reclamaban en 1969 la democratización de la educación superior.
No obstante, con el paso del tiempo, el edificio que una vez resonó con risas y aprendizaje cayó en el abandono. Pero la historia toma un giro decisivo. Con valentía y determinación, nos encontramos en la primera fase de un proyecto de rehabilitación integral. Desde la limpieza y remoción de escombros hasta la instalación de luminarias, estamos trazando un camino hacia un renacimiento sumamente significativo.
Este renacimiento toma la forma de un centro cultural, bautizado en honor a Ana Paredes Arosemena esposa del viejo luchador Eloy Alfaro Delgado. Sin embargo, esta elección no es meramente un cambio de nombre; es una afirmación audaz de revitalizar el corazón de Guayaquil. Siguiendo los rigurosos estándares de conservación de la UNESCO, el edificio se transformará en un Centro Cultural Comunitario. Este enfoque no solo salvaguarda su rica autenticidad histórica, sino que también proporciona un espacio enriquecedor para la comunidad.
La visión del Alcalde Aquiles Alvarez, quien aboga por el arte, el deporte y la cultura como pilares de reconstrucción del tejido social, ha dado lugar a una intervención que supera la inacción de administraciones pasadas. Tras siete años de abandono, el edificio que albergó la histórica escuela Ana Paredes de Alfaro está siendo revitalizado. En la actualidad, labores de limpieza y remoción de escombros están en marcha, marcando el inicio de un proceso de transformación profundamente necesario.
Múltiples direcciones municipales, encabezadas por la Unidad de Patrimonio Cultural, como Justicia y Vigilancia, Obras Públicas y Planificación Urbana, Comunicación se unen en este esfuerzo colaborativo. El resultado es un edificio que, tras la transformación, se convertirá en una extensión de la Biblioteca Municipal y un centro de arte y exposición cultural. Además, la inclusión de un cine municipal al aire libre reavivará la pasión de Guayaquil por el cine, conectando el pasado y el presente en una experiencia única.
Este renacimiento no solo habla del pasado que nos llena de orgullo, sino también del futuro hacia el que nos dirigimos. El edificio se transformará en un espacio dinámico, un punto de encuentro y celebración para la comunidad. Los detalles de arte Nouveau y el eco de 1931 en el hall de la segunda planta nos transportarán a tiempos pasados, mientras que la extensión de la biblioteca municipal y los talleres de restauración del museo municipal enriquecerán el conocimiento y la creatividad.
El renacimiento de la Escuela Modelo Municipal como el Centro Cultural Comunitario “Ana Paredes Arosemena” representa mucho más que una mera transformación física. Es el renacimiento de la identidad de Guayaquil, una afirmación de resiliencia y una conexión entre generaciones pasadas y futuras. La visión del Alcalde, combinada con la acción de diversas direcciones municipales, es la semilla que germina en una nueva era de cultura, aprendizaje y comunidad en el corazón de la ciudad. Este capítulo, marcado por el renacimiento histórico y cultural, trascenderá en la historia de Guayaquil como un testimonio vivo de su espíritu y determinación.
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